Decimosexto Domingo Del Tiempo Ordinario.
18 de Julio de 2021
El Señor es mi pastor, con él nada me falta. Jeremías, ante la realidad de un pueblo a la deriva, profetiza un guía, portador de justicia, que encuentra su realidad en Jesús. El unifica a los pueblos, destruye enemistades y concede la paz.
ORACION COLECTA
Oh Dios lleno de ternura y amor, al enviarnos a Cristo como pastor, llamas y reúnes a todos los hombres, te pedimos que los aquí reunidos prestemos oído a la palabra de Cristo y seamos cumplidores de su enseñanza. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA: Jer 23:1-6
Escuchemos las duras palabras del profeta Jeremías contra los malos pastores de Israel y pidamos con humildad a Dios que nos haga generosos servidores de nuestros hermanos.
SALMO RESPONSORIAL.
R/ EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA
El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes pastos él me hace reposar.
A las aguas de descanso me conduce,
y reconforta mi alma. R/
Por el camino del bueno me dirige,
por amor de su nombre.
Aunque pase por quebradas oscuras,
no temo ningun mal,
porque tú estás conmigo con tu vara y tu bastón,
y al verlas voy sin miedo. R/
La mesa has preparado para mí,
Frente a mis adversarios,
con aceites perfumas mi cabeza
y rellenas mi copa. R/
Irán conmigo la dicha y tu favor
mientras dure mi vida,
mi mansión será la casa del Señor
por largos días. R/
SEGUNDA LECTURA: Ef 2:13-18
Pablo se alegra de ver que muchas personas consideradas infieles se acercan a la Iglesia y creen en Jesucristo. Pidamos a Dios que nos haga trabajar siempre por la unidad y el crecimiento de la Iglesia.
ALELUYA: Jn 10:27
Aleluya, aleluya
Mis ovejas oyen mi voz, dice el Señor, yo las conozco y ellas me siguen. Aleluya.
EVANGELIO SEGUN SAN MARCOS: Mc 6:30-34
Jesús es un ejemplo para todos sus seguidores: siente cariño y compasión por la gente; nunca piensa en sus problemas sino en los problemas de lo demás y a todo al que se acerca a El lo conduce a Dios Padre. Que el Señor nos de un corazón parecido al suyo.
Ovejas Sin Pastor
Los que reclaman a Jesús son pobre gentes disgregadas, “como ovejas sin pastor”, cada uno por su lado, sin el calor del rebaño, oprimidos por un legalismo inhumano. Los que no dejan al grupo de Jesús ni tiempo para comer son gentes sencillas de las aldeas, cargadas de pobreza y sufrimientos. Nunca han significado nada para nadie. Nadie se había detenido a decirles una palabra de aliento. Por eso, cuando han encontrado a Jesús que les trataba con cariño y con respeto, no le dejan ni a sol ni a sombra. Están a gusto con él.
Se le acercan los pobres, los despreciados, los enfermos, los niños. Mientras los fariseos los atormentan con sus duras enseñanzas, con Jesús experimentan la ternura de Dios. Él no les riñe ni los despacha irritado por su inoportunidad. Siente compasión por ellos; por eso los llama: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”(Mt 11,28). Es el Pastor que “congrega a los hijos dispersos”(Jn 11,52), que hace comunidad; por eso también sus discípulos, después de su resurrección, prosiguen su vida de comunidad. (Hch 4,32).
Estamos en una situación similar a la de aquella pobre gente. Estamos disgregados; cada uno vive su fe por su cuenta, incluida la gran mayoría de los cristianos practicantes. También los cristianos son una “muchedumbre solitaria”, un rebaño de solitarios. Necesitamos pasar de la masa a la comunidad. El Señor nos invita a “congregarnos y a ser congregadores. Para ello es necesario “aprojimarnos”, para conocer los sufrimientos y alegrías de los demás y poder compartirlos.
(Tomado del libro “Jesús habla hoy”)